Ray Kurzweil, una de las mentes más influyentes del mundo en el campo de la inteligencia artificial y la prospectiva tecnológica, ha vuelto a sorprender al mundo con sus predicciones. En su nuevo libro La singularidad está más cerca (Deusto, 2025), el ingeniero e inventor plantea un futuro en el que los límites entre el ser humano y la tecnología serán prácticamente imperceptibles.
Kurzweil sostiene que, a comienzos de la década de 2040, la nanotecnología alcanzará un punto de desarrollo tal que permitirá a los nanorobots acceder al cerebro humano, copiar la información que forma nuestros recuerdos y nuestra personalidad, y crear réplicas digitales de nuestra identidad. “Ese tipo de entidad sería capaz de aprobar un test de Turing específico para una persona concreta y convencer a alguien que la hubiera conocido de que realmente es ella”, asegura.
El siguiente paso evolutivo
Simulaciones humanas hiperrealistas. Según Kurzweil, el desarrollo de estas tecnologías permitirá crear simulaciones no biológicas de individuos, tan realistas que, para todos los efectos prácticos, serían indistinguibles de la persona original. “Si crees que la identidad se compone de información como los recuerdos y la personalidad, se trataría de hecho del mismo individuo”, afirma.

Esta visión del futuro no solo se basa en una evolución de la inteligencia artificial, sino en su convergencia con otras áreas como la realidad virtual, la biotecnología y la ingeniería molecular. Kurzweil augura que antes de que finalice la década de 2030, los replicantes también podrán contar con cuerpos realistas físicos, no solo virtuales, gracias a los avances de la nanotecnología.
Nanorobots, longevidad y conciencia digital. El autor de La singularidad está cerca lleva años prediciendo que en 2045 se alcanzará la llamada “Singularidad”: el punto en el que la inteligencia artificial superará a la inteligencia humana y se fusionará con ella. Pero en esta nueva obra, pone el foco en lo que denomina “tecnología after life” o tecnología de la vida después de la muerte.

Esta tecnología permitirá, entre otras cosas, preservar la conciencia humana más allá de la biología. “A partir de 2032, gracias a la IA, por cada año que vivamos, ganaremos más de un año extra de esperanza de vida”, asegura Kurzweil. Según él, llegaremos a una velocidad de escape de la longevidad, donde la ciencia avanzará más deprisa que el envejecimiento humano.
¿Una ilusión de identidad? Kurzweil plantea, en línea con su mentor Marvin Minsky, que la sensación de ser una persona coherente y única es en realidad una construcción del cerebro. Así, al replicar la información clave que conforma a un individuo, no solo se podría “revivir” a una persona, sino también darle nuevas formas de existencia: desde cuerpos biológicos mejorados cibernéticamente hasta androides realistas.

“La espiritualidad de la conciencia se verá redefinida por lo que la tecnología sea capaz de imitar”, señala, aunque también reconoce que muchas de estas posibilidades abrirán debates éticos profundos, como el libre albedrío, la conciencia y la identidad.
¿Ciencia ficción o futuro inevitable?
Kurzweil no está solo en sus planteamientos. Científicos como Nicholas Negroponte, del MIT, también han sugerido que el camino hacia el conocimiento directo mediante nanobots es técnicamente viable. Aunque más cauto en sus estimaciones, Negroponte también defiende la interacción cerebro-máquina desde dentro del cuerpo humano como la vía más directa al aprendizaje y la expansión de capacidades mentales.
La gran diferencia es que, mientras Negroponte habla en términos teóricos, Kurzweil pone fechas concretas. Para él, no se trata de ciencia ficción, sino de una hoja de ruta tecnológica. Y como ha demostrado con sus predicciones acertadas en el pasado, el futuro que imagina podría estar más cerca de lo que pensamos.